3 sept 2010

Prisionera



Soy rehén de mi propio miedo, alimentado por balas y sirenas que brotan desde la malicia del terror...no concibo el temer salir a trabajar, dejar a mis hijas en la escuela, llevarlas al parque sin preocupación. Me da asco mi propio miedo, el temor en las miradas de la gente cuando pasan junto a mi sin mirarme, casi corriendo...


¿qué les voy a enseñar a ellas? ¿que no tengan ganas de jugar afuera? ¿que si ven camionetas grandes con puros hombres se alejen corriendo? ¿que en el lugar en donde viven puede matarlas en su escuela?


Estoy harta, francamente hastiada del miedo que me impide defender mi libertad.


A 200 años de la rebelión, aún somos prisioneros.

1 comentario:

Palomilla Apocatastásica dijo...

Es que no hay que darle poder al temor, hay que vivir. Es una aberración aferrarse al miedo, tu me lo dijiste un día: No tengas miedo, por que el miedo te impide pensar.