6 ago 2008

FIN

Mi alma conoce la agonía, ese puente entre la vida y
la muerte que un ser superior no me permite cruzar.

El cansancio hace mella en el deteriorado cuerpo
que me aprisiona, peor que la cárcel, que la soledad.

Ya la voz no me sale, para poder gritarle a todos los que me tocan,
que ya me dejen ir en paz. No quiero aire, no quiero agua,
vanos recursos que ya no devuelven la juventud a mi anciano corazón.
Ando a tientas en un oscuro tunel, que al final acoge un atisbo de luz;
quiero ir, no me detengan; una promesa de vida llega hasta mí.
Es la vida eterna, al lado del Creador; es mi recompensa por los años
de sufrimiento que he pasado en este mundo.

Debo morir, para volver a vivir.