Al precipicio,
en caída con obstáculos,
a ratos sin sentirlo
y a ratos desgarrando.
Ahí donde convergen
tu olvido y tu desdén,
tu camino y tu destino
y se borran al instante.
Ahí me quedo yo,
lamiendo mis heridas,
arrancándome las plumas
e inmolando la pasión.
Esperando.
Y como el tiempo no perdona,
mi cuerpo y mi mente empiezan
a olvidar.
Y perdonan.
Al menos, eso creo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario